“Tú, Señor eres Dios, y tus palabras son verdaderas, y
has prometido a tu siervo tanta bondad, dígnate, pues, bendecir la dinastía de
tu siervo para que permanezca siempre
bajo tu protección. Tú, Señor Dios, lo has prometido, y con tu bendición la
dinastía de tu siervo será bendita para siempre” (2 Samuel 7:28.29)
Jesús
nos dice en Juan 14:13.14, que todo lo que pidamos en su nombre, Él lo hará. Nuestra
petición diaria debe ser la bendición para nuestro hogar en todos los aspectos.
David le pidió a Dios que bendijera su
familia, pues era una promesa dada por Él. Igual nosotros tenemos promesas de
bendición para nuestras familias.
“Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su
bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo el
Señor, lo afirmo” (Jeremías 29:11)
Todo
lo que Nuestro Padre desea para nosotros es para nuestro bien, en Él está
nuestra esperanza en medio de este mundo turbulento, falto de valores y amor.
El hogar es un maravilloso regalo que Dios nos concedió, es donde nos sentimos
seguros y libres para manifestar nuestro amor hacia los nuestros y recibirlo.
Debemos tener una relación genuina con Jesús para que podamos ir con toda
confianza y pedirle que sea Él quien nos guíe y nos muestre la dirección
correcta adonde dirigir a nuestra familia, y tomar las decisiones acertadas en
relación a nuestro matrimonio, nuestros hijos y nuestras finanzas.
Procuremos
ser como el hombre prudente que nos habla Jesús en Mateo 7:24 “Por tanto, el que me oye y hace lo que yo
digo, es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Vino la
lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó,
porque tenía su base sobre la roca”. Jesús es la roca firme, si estamos
cimentados en El y obedecemos sus mandatos, nada ni nadie podrá destruir
nuestro hogar.
Debemos
someternos a Dios para que su gloria permanezca en nuestro hogar. “Porque todas las cosas vienen de Dios, y
existen por él y para él. ¡Gloria para siempre a Dios! Así sea”. (Romanos
11:36) Nuestra familia es un regalo
precioso de Dios, debemos cuidarla, protegerla y guiarla hacia Dios. Todo lo
que tenemos viene de Él y le pertenecen a Él, por lo que nos pedirá cuenta de
lo que hemos sembrado. Hemos sido llamados a ser portadores de amor, paz y fe y
los frutos se manifiestan en el día a día de nuestros hogares.
En
un hogar donde el centro es Jesús, existe el perdón, la armonía y la alegría. Y
aunque lleguen circunstancias adversas, la familia está fuerte y segura. Pero
donde no hay lugar para Él por causa de los afanes o la indiferencia, se
manifiesta el rencor, los pleitos y la tristeza. Es una familia frágil que se
puede desmoronar ante cualquier circunstancia difícil que tengan que enfrentar.
“Y una familia dividida no puede
mantenerse” (Marcos 3:25)
“No te sobrevendrá ningún mal ni la enfermedad llegará a
tu casa” (Salmo 91:10)
Pongamos
a nuestro Señor como el centro de nuestro hogar y tendremos su bendición y nos guardará del mal. Nuestros hijos y su descendencia serán benditos, y estaremos cumpliendo con el propósito de Dios para fortalecer a la familia, en una sociedad que cada día quiere ir en contra de lo que Dios estableció.
Nota: Versículos tomados de La Biblia versión “Dios habla hoy”
Dios bendice a mi familia, Samuel Hernández
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