martes, 15 de marzo de 2016

El llamado

“Esposas, sométanse a sus esposos, pues éste es su deber como creyentes en el Señor. Esposos amen a sus esposas y no las traten con aspereza. Hijos,  obedezcan en todos a sus padres, porque esto agrada al Señor. Padres, no hagan enojar a sus hijos, para que no se desanimen” (Colosenses: 3:18:20).

Dios, es un Dios de orden y por esta razón estableció un orden en la familia. Conociendo la naturaleza humana, en su gran sabiduría determinó que el hombre fuera la cabeza de la mujer, pues nuestra naturaleza es sentirnos amadas y protegidas. Satanás, a toda costa está invirtiendo los roles que Dios estableció y el mundo los ha aceptado. En ningún momento se nos dice que la mujer es menos que el hombre, ante los ojos Señor somos iguales, pero con funciones diferentes. A las mujeres nos dio el gran privilegio de procrear, pero juntos como padres debemos amar, cuidar y dar  confianza y seguridad a nuestros hijos.

Tenemos una maravillosa misión, fortalecer a nuestra familia. Empecemos con los consejos de Pablo, nos dice a las mujeres que nos sometamos a nuestros esposos. Se ha interpretado mal cuando se ha creído que Pablo está diciendo que la mujer tiene que estar sometida a tal grado que pierda su personalidad. Lo que se nos quiere decir es que para que la familia se edifique sobre bases firmes tiene que haber una dirección, y las características que el Señor puso en el hombre son las propias para cumplir con esa función, pues el hombre en algunos aspectos puede ver las cosas desde un punto vista más objetivo que la mujer, dado que somos más emocionales.

Pero el privilegio que tenemos las mujeres, es que Pablo manda al hombre a amar a su esposa. Quiere decir que si el esposo está amando a su esposa, hay armonía, aunque el hombre sea la parte fuerte, la mujer al ser amada puede entender este orden establecido. No quiere decir que la mujer no pueda decidir, claro que no, pero cualquier decisión que se tenga que tomar se toma juntos y en oración.

La naturaleza de la mujer es más dulce y amorosa, es la que está atenta de que su esposo esté bien, que sus hijos sean instruidos y que todo marche bien en su casa, como la mujer de proverbios 31. Pero como vemos, esta mujer ejemplar de proverbios, es una mujer que se realiza en todas las áreas de su vida.  Además de ser esposa y madre, es una mujer trabajadora que realiza negocios que la hacen ser próspera y capaz de ayudar a los necesitados. En todos sus roles se siente realizada, pero el más importante de todos es  honrar al Señor. Y es que cuando una mujer honra al Señor, se levanta una fuerte columna en el hogar.

La responsabilidad más grande que Dios le ha dado a un hombre y a una mujer es la de ser padres. Formar hijos sanos y fuertes, tanto en lo físico como en lo espiritual. De hecho, los hijos son el reflejo de los padres. Si les damos amor, ellos darán amor, pero si les enseñamos a ser egoístas, eso serán, pero siendo infelices. Los matrimonios deben examinar su condición espiritual, pues todo trae consecuencia, y si no se está preparados para formar hijos, traeremos al mundo más personas desdichadas que vendrán a sufrir y hacer sufrir a otros.

Hay tantas mujeres solteras criando a sus hijos. Es una obra admirable e increíble, pero con mucha más razón se debe depender totalmente del Señor para ser guiadas con su sabiduría y amor. Ser fortalecidas en la fe y educar con la autoridad que sólo Él puede dar.

Pablo también le habla a los hijos, los manda que sean obedientes. Dice Efesios 2:3: "El primer mandamiento que contiene una promesa es éste 'Honra a tu Padre y a tu Madre, para que seas feliz y vivas una larga vida en la tierra'”.

Como amamos tanto a nuestros hijos, enseñémosles a honrarnos como padres para que sean bendecidos. La satisfacción más grande de un padre y una madre, es ver a sus hijos realizados y felices, pero depende de nosotros lo que sembremos desde su tierna edad. Pero lo más importante es que amen a Dios y no se dejen influenciar por la corriente del mundo actual, que es vano y superficial.


Por último, dice Pablo que no hagamos enojar a nuestros hijos ¿Cómo los estamos tratando? ¿Nuestro trato es con gritos de ira y amargura?  Hay que tener cuidado si hay frustraciones internas que se las podemos estar transmitiendo a ellos, si estamos pretendiendo que ellos realicen lo que nosotros no pudimos. Recordemos que ellos vinieron a este mundo con un propósito único y especial, y a nosotros como padres no nos compete imponerles nada, sino buscar junto con ellos la voluntad de Dios para sus vidas. Aconsejarlos y guiarlos con amor cuando veamos que van por el camino equivocado. Orar por ellos todos los días de nuestras vidas para que sean salvos y no se dejen engañar.



¡Bendiciones a todos!




Nota: Versículos tomados de La Biblia versión “Dios habla hoy”













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