¿Acaso alguno de ustedes, que sea Padre, sería capaz de
darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado, o de darle un alacrán
cuando le pide un huevo? Pues si ustedes que son malos, saben dar buenas cosas
a sus hijos, ¡cuánto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a
quienes se lo pidan! (Lucas 11:11.13)
¡Cuánto
amor del Padre para con nosotros, sus hijos! Él nos ama con amor eterno, y está
al cuidado de nosotros en todos los aspectos de nuestras vidas cuando nosotros
se lo pedimos. Nuestro amor es limitado, pues somos seres humanos débiles e
imperfectos, por lo tanto nuestro amor no es perfecto. Pero aun así amamos a
nuestros hijos con todas nuestras fuerzas, los amamos más que nosotros mismos,
pues son carne de nuestra carne.
Jesús
en estos versículos de Lucas, nos muestra que si nosotros siendo de naturaleza
pecadora, somos capaces de dar todo por nuestros hijos, cuanto más el Padre
desea darnos todas las cosas. Pero la petición más importante de nuestro
corazón es pedirle que el Espíritu Santo venga a morar dentro de nosotros y sea
Él que nos guie, nos consuele y
fortalezca.
Jesús
al enseñarles a orar a sus discípulos les dijo en Lucas 11:9.10 “Así que yo les digo: Pidan y Dios les
dará, busquen y encontraran; llamen a la puerta y se les abrirá. Porque el que
pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama a su puerta, se le abre”.
Cuando
le damos la acogida al Espíritu Santo podemos decir que juntamente tenemos todo,
pues ÉL es la fuente de la sabiduría que necesitamos para tomar decisiones
correctas. Nos da el discernimiento para
saber a qué nos estamos enfrentando y no caer en errores. Nos muestra cómo
y por qué orar, y nos da la fe para creer que lo que estamos pidiendo nos será
concedido, y al mismo tiempo la paciencia en la espera.
El
deseo más grande que el hombre y la mujer tiene es sentirse amados. Dios en su
infinita sabiduría formó a la familia, pues es en la familia donde se manifiesta la máxima expresión del amor. A su
hijo Jesús le dio una familia aquí en la tierra. Escogió a María como su madre,
y a José como padre adoptivo para que lo amara y cuidara de Él en su niñez. Todos tenemos la necesidad de
pertenecer a una familia fuerte y sólida que nos trasmita seguridad.
Lamentablemente
la familia ha sido atacada ferozmente por el enemigo, pues ha sembrado
incomprensiones, intolerancia, falta de
amor y perdón, adulterio, maltrato, machismo, problemas económicos, causando
división y en la mayoría de los casos el divorcio. Trayendo mucha tristeza y
dolor a los miembros de la familia.
Los
que más sufren las consecuencias son los hijos, pues ellos no entienden por qué
reciben rechazo y el maltrato de las personas que ellos aman y esperan que los
amen. Pero lo que no saben es que sus padres tampoco recibieron amor, y por esa
razón actúan de esa manera, siendo irresponsables y egoístas al no asumir la
responsabilidad que adquirieron al ser padres. Por esta razón vemos tantos
adultos inseguros, cometiendo muchos errores, con máscaras de superioridad
tratando de disfrazar la estima baja causada en la niñez. Tal vez algunos
sufrieron por las carencias materiales y otros porque sus padres quisieron
compensar el amor llenándolos de cosas innecesarias que nunca reemplazaron el
amor y dedicación que necesitaban.
Dice
en la palabra de Dios que su pueblo perece por falta de conocimiento, y en las
familias se están cometiendo tantos errores por no conocer cuál es la perfecta
voluntad de Dios en sus hogares. Sabemos que todo lo que es bueno y agradable
viene de Dios, y su voluntad es que exista la capacidad de perdón, de
comunicación, respeto, autoridad, alegría, enseñanza con sabiduría, y sobre
todo el amor.
Los
hijos son el reflejo de los padres, en ellos se manifiesta la condición de una
familia, pues un hijo que se ama, se cuida y se respeta, será un hijo libre de
traumas y conducirá con seguridad. Sin embargo un hijo de un hogar falto de
amor, será un hijo rebelde, expuesto a
todo tipo de vicios y superficialidades, tratando de llenar el vacío que sus
padres no supieron llenar. Ellos serán los futuros padres y madres que
repetirán la misma historia, causando tristeza y dolor a su descendencia.
Nuestro
Padre conoce todo en nuestras vidas. Mandó
a Jesús para manifestar su amor para con nosotros, y aunque nosotros
fallemos y hayamos cometido errores,
Él está ahí esperando que
acudamos a Él para sanar nuestras almas y a nuestras familias. Sólo tenemos que reconocer que lo
necesitamos, y si le pedimos con un corazón sincero que restaure nuestro
matrimonio, que libere a nuestros hijos
y que nos dé un hogar donde sintamos su presencia y su amor, Él responderá
nuestras peticiones, porque es fiel a sí mismo, no se retracta de lo que ha
prometido. Nos ha dicho que pidamos, que busquemos y que toquemos la puerta y
se abrirá, para que recibamos sus bendiciones. Pero es necesario que le
creamos, porque dice en Hebreos 11:6 “Que sin fe es imposible agradar a Dios “
¡Bendiciones!
Nota: Versículos tomados de La Biblia versión “Dios habla hoy”
Christine D'Clario - Él nos ama
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