miércoles, 7 de septiembre de 2016

Cualidades de una familia que agrada a Dios

Una familia que agrada a Dios conoce sus debilidades y trata de fortalecerlas. Cada miembro se acepta defectos y fortalezas, acepta y ama a los suyos tal cual son. El amor y el perdón son los fundamentos de la relación entre el matrimonio y los hijos.

“Por tanto, el que me oye y hace lo que yo digo, es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía su base sobre la roca. Pero el que me oye y no hace lo que yo digo, es como un tonto que construyó su casa sobre la arena. Vino la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos y la casa se vino abajo. ¡Fue un gran desastre!" (San Mateo 7: 24.27)

En primer lugar, una familia que agrada a Dios debe poner a Jesús como el centro de su hogar. Inculcarles a los hijos el amor a Dios y enseñarles a honrarlo como a Él le agrada. Jesús  es la roca, si nuestro hogar está cimentado en la roca firme, nada ni nadie lo podrá destruir.

El padre y la madre deben cumplir sus roles tal como es la voluntad del Padre. El hombre debe ejercer su autoridad con amor y la madre guiar a los hijos en la sabiduría de Dios y en valores morales que son los que les permitirán desenvolverse en la vida.

La comunicación es el principal medio para una familia saludable. No deben existir secretos, se debe dar la confianza y libertad a los hijos para que ellos con naturalidad abran sus corazones y de esa manera poder aconsejarlos y hacerles ver si su actuar es bueno o malo, pero con mucha sabiduría para que ellos siempre estén dispuestos a abrir sus corazones.

“Honra a tu padre y a tu madre, tal  como el Señor tu Dios te lo ha ordenado, para que vivas una vida larga y te vaya bien en la tierra que te da el Señor tu Dios”. (Deuteronomio 5.6)

Honrar al padre y a la madre es un mandato del Señor, y es el único mandamiento con promesas. Pero no debemos amar y honrarlos por la promesa, sino por el amor que debemos tenerles sólo por el hecho de ser nuestros padres. Esto no sólo va dirigido a los niños y adolescentes, también a los que aún tienen a sus padres ancianos, se les debe dar un lugar muy especial. El Señor permite la oportunidad de que los amemos con ternura de la misma manera que ellos nos amaron cuando éramos niños.

El hogar debe caracterizarse por la paz y la armonía. Cuando se sale del trabajo, del colegio o universidad, se debe tener la ilusión de llegar al calor del hogar, donde cada quien pueda expresar sus logros o los obstáculos del día. Que cada miembro sienta que es acogido, escuchado y comprendido.

La familia unida en oración es poderosa, Jesús dijo que si dos o más se reúnen en su nombre para pedir cualquier cosa, Él lo concederá.

Oremos para que las familias se fortalezcan, en medio de este mundo que se ha levantado en contra de  lo que Dios estableció.

“Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se unirse a su esposa. Y los dos llegan a ser como una sola persona”. (Génesis 2:24)



¡Bendiciones!


Nota: Versículos tomados de La Biblia versión “Dios habla hoy”


Mi familia ha llegado... Reflexión


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